martes, 7 de mayo de 2013

Triste final para los coquillas de Juan.

El año pasado, concretamente en Abril de 2012 y con la celebración de la Semana Cultural Taurina de la localidad de Meliana (Valencia) tuve la oportunidad de conocer a Juan Sánchez Fabrés, representante de la ganadería que lleva sus mismos apellidos.

Juan se desplazó hasta nuestro pueblo para impartir una charla-conferencia sobre su ganadería. La tertulia se derivó y por razones obvias se acabó hablando de la situación de la Fiesta.

De Juan me impactaron muchos matices. Sin embargo hubo uno que lo hizo de una forma especial: A pesar de la situación ruinosa, lamentable y que afecta directamente a su ganadería, Juan Sánchez Fabrés mostró una serenidad y resignación dignas de admirar. Consciente de todo y por ende, actuando en consecuencia.

El año pasado dijo delante del pueblo de Meliana la situación crítica por la que atraviesa su ganadería. Sus toros no se lidian. No los quieren las figuras. Ni los apoderados. Ni los empresarios. Y según él, ni el público. Tan sólo discrepé con él en este punto. A pesar de que existe un sector de público que sí nos gusta este toro de Coquilla que cría Juan, a la mayoría no. Es triste, duro, difícil... pero así es.

Juan lidia mañana miércoles 8 de mayo de 2013 su última corrida de toros. La lidia en Francia, como no, puesto que en España no tiene cabida este tipo de toro. Y gracias al esfuerzo de aficionados y del colectivo "Pedro Llen" quienes han echo lo imposible para que estos negros entrepelados acaben donde deben acabar los bravos, en lugar de un triste matadero.

Culpables? No lo sé. Tampoco sé si ahora serviría de mucho. Probablemente seamos todos. Lo cierto es que esto da que pensar. Da que pensar y mucho. Yo, personalmente, lo veo claro:

La organización del mundo taurino sigue una distribución piramidal, donde la base son los que mayor "peso" representan en el mando y dirección. En esa base se sitúan los toreros, al parecer quienes "mandan", piden y deciden. No estoy en contra de ello en absoluto, puesto que cuando uno decide jugarse la vida, también tiene el derecho de decidir otras cosas. En el vértice opuesto a esta base, se sitúan los aficionados y el público, con poca importancia fundamentalmente por dos motivos. O lo bien no se le permite al respetable "mandar" más, o lo que es peor, a este mismo respetable le trae sin cuidado lo que le suceda o deje de suceder a la Fiesta.

Independientemente del motivo, la Fiesta se ve perjudicada con sucesos como éste. Mañana se cerrará un capítulo de la historia de la ganadería brava y al parecer, nadie se inmuta. Ni el aficionado, ni los medios de comunicación, ni toreros, ni empresarios. Ni los propios ganaderos, compañeros de profesión.


Juan Sánchez Fabrés impartiendo una conferencia en el salón de plenos del Ayuntamiento de Meliana. De izquierda a derecha, Benjamín Torres (un servidor), Carlos Bueno, Juan Sánchez Fabés, el matador de toros David Esteve, el alcalde Blas Devís y el aficionado Rosendo Talaero. 

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