sábado, 9 de mayo de 2015

Deasfiante y arrogante

En plena marisma sevillana dirección El Rocío se encuentran uno de los paisajes más bellos e imprescindibles para los amantes de la naturaleza. Esta belleza no se puede concebir sin la presencia del toro, animal que ha pastado aquí desde tiempo inmemorial.

En las dunas arenosas de la marisma pastan los toros Hato Blanco entre otros, vecinos de los legendarios "Pablo Romeros".


En Hato Blanco, actualmente Guateles y Urquijos posan en esta finca donde abundan los pastos que, gracias a las marismas y praderas de regadío, son abundantes a lo largo del año.

Las vistas del atardecer enamoran a cualquiera. Los toros posan de forma arrogante y desafiantes, entendiendo que intrusos se autoinvitan para molestarles. Un total de 5 animales en dos cercados contiguos se ven sobresaltados por nuestra presencia.






Tres toros bajos y bien hechos, más toreros y armónicos contrarrestan con los otros dos vecinos, con leña por delante para pasar un invierno entero, con seriedad y trapío para plazas como Madrid, Pamplona o Bilbao. No se lidiarán allí. Se lidiarán en El Puig (Valencia), pueblo de gran tradición taurina y que, para su día grande de Sant Roc, a principios de agosto, ha anunciado semejante animal.



Nunca se sabe qué llevará dentro. Lo que sí sabemos es lo que se ve por fuera. Y uno de los dos toros anunciados, concretamente el 44, es simplemente espectacular. Y espectacular fue su comportamiento durante los 15 minutos escasos que lo estuvimos observando. El toro se mostró excesivamente nervioso. Desde que nos vió, totalmente encampanado. No nos apartó la mirada ni un segundo. Se  estiró, dió un paso al frente, nos amenazó para seguidamente huir a la carrera. Visualicé ese momento en la respetable placita del Puig, saliendo el toro del cajón, con el rabo empinado apuntando al cielo y la tensión y nervios por las nubes.





Escarbó, clavó sus astifinos pitones en la arena de la marisma todo ello sin quitarnos ojo. Volvió a estirarse, a encampanarse, a mostrarse desafiante. Momento en que nos dimos la vuelta para abandonar el cercado. 

Desafiante y arrogante el 44 del Puig. 




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